En el marco de la Semana del Buen Trato al Adulto Mayor, una pregunta incómoda golpea la puerta de nuestras conciencias: ¿realmente estamos cuidando a quienes nos cuidaron? Por estos días, se multiplican los actos, campañas y actividades destinadas a poner en valor a nuestros adultos mayores, y en medio una lucha cultural, donde la vejez sigue siendo, para miles de personas, sinónimo de soledad, maltrato, exclusión y olvido.
En muchas casas el silencio se instala cuando los hijos se van, los nietos ya no llaman y la rutina se convierte en una espera sin fin. La soledad en la vejez no solo es triste: es peligrosa. Aumenta el riesgo de depresión, enfermedades cardíacas y deterioro cognitivo. Y lo más grave: está normalizada. Se la acepta como parte natural del envejecimiento. ¿Por qué?
Ahora, cuando la presencia se vuelve maltrato uno que muchas veces no es visible; las cosas se complican más para los adultos mayores. A veces adopta la forma de indiferencia, de un trámite postergado, de una pensión que nunca alcanza. Otras veces, es más brutal: golpes, gritos, negligencia médica o institucional. En Argentina, 1 de cada 6 adultos mayores sufre algún tipo de maltrato, según datos de la OMS.
Tecnología: Una barrera más
La digitalización de servicios —bancarización, turnos médicos online, trámites estatales— avanza a un ritmo que excluye. Muchos adultos mayores no saben usar una tarjeta de débito, menos aún navegar un home banking o pedir un turno desde una app. La brecha digital no es solo un problema técnico, es una nueva forma de discriminación.
La clave no está solo en proteger, sino en integrar. Promover espacios intergeneracionales, actividades comunitarias, redes de acompañamiento, voluntariados y pedir ayuda. No alcanza con evitar el maltrato: hay que garantizarles un lugar en el presente. No “abuelitos”: personas con historia, derechos y voz. La vejez no es una carga. Es una etapa. Y cómo la tratamos hoy define qué tipo de sociedad queremos ser mañana.
Valle de Lerma Hoy