Los serios deterioros que se observan en la ruta nacional 51 generan malestar entre los vecinos, quienes denuncian que cada año se enfrentan a las mismas malas condiciones. Estas deficiencias no solo provocan demoras constantes, sino también cortes en el tránsito, afectando a comunidades enteras. Con la llegada de la temporada de lluvias, la situación empeora, retrasando obras en un punto vial clave que conecta localidades como San Luis, La Silleta, Campo Quijano y San Antonio de los Cobres. Además, esta ruta soporta el tránsito diario de un importante número de camiones mineros y colectivos que transportan personas a San Antonio de los Cobres. “Ellos destruyen la ruta, y nosotros somos los que sufrimos. Esperemos que hagan algo urgente”, reclamó una vecina indignada.
La respuesta de la Dirección Nacional de Vialidad (5° Distrito) resulta, como de costumbre, insuficiente. Si bien se anunció la finalización de dársenas de hormigón sobre la ruta nacional 68, en la recta de Cánepa, estas obras parecen ser más un paliativo que una solución estructural. La denominada obra “malla 401B” incluye tramos estratégicos como la ruta 51 (entre el Aeropuerto Martín Miguel de Güemes y Campo Quijano) y la 68 (entre Talapampa y Río Ancho). Sin embargo, las intervenciones reales en la ruta 51 se limitan a promesas: la próxima semana, supuestamente, iniciarán los trabajos en Villa Rebeca y Villa Esmeralda, donde se construirán nuevas dársenas. Paralelamente, avanza a paso de tortuga la obra de una alcantarilla en el kilómetro 156,8, en el acceso a Sumalao sobre la ruta nacional 68.
Mientras tanto, la ruta nacional 51, especialmente en las zonas cercanas al aeropuerto y Villa Lola, sigue siendo un desastre. Lo mismo ocurre con la ruta nacional 68 en Sumalao, donde el abandono es evidente. Las reparaciones temporales no resuelven el problema de fondo, y la falta de respeto hacia los usuarios es alarmante.
Valle de Lerma Hoy
