Sergio Ramos es la antitésis del perfil de un político transparente. Seguidos por cientos de vecinos muy vulnerables socialmente lo ven a el conocido “Topo” como un ejemplo de buen hombre con buenas intenciones con los necesitados de alimentos y oportunidades sociales. Pero el hombre no pierde su costumbre de meter “mano” a lo que beneficie a mantener su prevalencia en la política de esta parte de la provincia.
Volvió a ser senador de la mano de Carlos Folloni, el actual intendente de Campo Quijano, que por cierto no pudo ser reelecto. El que llegó mas allá del limbo fue Ramos. Electo intendente de Rosario de Lerma, y todavía con el cargo de senador, que luego de diciembre será ocupado por su mujer, Leonor Minetti. El “Topo” tendrá todo el poder de ser el caudillo del departamento Rosario de Lerma.
Las causas judiciales por casos de corrupción en su contra, las supo esquivar hasta el momento, desde hace 20 años. Y en la actualidad tiene otras. Y sigue siendo electo en medio de tantas “fechorías” judiciales según sus propias apreciaciones. Ramos quiere instalar en la sociedad que el ser delincuente se justifica por ser pobre, y morocho. Quiere naturalizar el delito como un obra de la necesidad del hambre. Este límite de desconocer lo malo de lo bueno es peligroso para una sociedad que no puede despegar, y que necesita de justicia real y no de personajes ficticios como “Robin Hood”.
Valle de Lerma Hoy
