Los olores nauseabundos y la presunción de nuevas contaminaciones volvieron a reflotar el drama en torno a una instalación porcina ubicada frente a una escuela rural en el paraje Cámara, a tan solo 7 kilómetros al sur de Campo Quijano y a 5 de Rosario de Lerma.
En 2018 se había ordenado su clausura tras la intervención de la Justicia provincial. A los pocos meses de conocerse sobre su funcionamiento irregular, los dueños de la chanchería interpusieron recursos en la Justicia para poder funcionar.En ese entonces la firma presentó informes de impactos ambientales y los testimonios de una decena de vecinos de la zona que aducen “trabajar gracias a la empresa”.
A pesar de ello, las habilitaciones de la chanchería estuvieron siempre en dudas. “Los olores siguen y el arroyo que baja por los cerros detrás de la chanchería cambia de color y tiene olor”, contó Liliana, una vecina de Rosario de Lerma que realiza este camino varias veces a la semana.
En junio del 2018 un informe del CIF (Centro de Investigaciones Fiscales) del área de ingeniería y química forense confirmó que “los elementos volátiles de la chanchería se encuentran a una distancia de 40 metros de un arroyo que cruza la zona y a 230 metros de las escuela primaria.
Después de muchas idas y vueltas de la Justicia la chanchería siguió funcionando con la venia de la gestión municipal de Manuel Cornejo y la de Ignacio Jarsún en Rosario de Lerma. “La chanchería funciona en Quijano, pero sus desperdicios son arrojados en la zona de Rosario de Lerma. La empresa se escuda en que tienen piletas de tratamientos de los desperdicios de los chanchos”, asegura la vecina denunciante.
Son varios los vecinos hastiados de los olores y empezaron a insistir con los controles ambientales.