“Una de las partes más difíciles de nuestra gestión es el tema de los artesanos. Tenemos pocos, y eso se nota. En cada feria intentamos generar espacios, pero cuesta que se mantengan. Si un fin de semana las ventas no acompañan, al siguiente ya no vuelven”, explicó Muratore.
Muratore también recordó que Coronel Moldes supo tener excelentes artesanos, reconocidos en toda la región, pero que las malas experiencias y la falta de apoyo de gestiones anteriores los alejaron poco a poco de los espacios públicos. “Hoy ya no existen los artesanos como tal, o quedan muy pocos. En general lo que tenemos son emprendedores o manualistas. Cambió todo, incluso el concepto de feria: ya no es de artesanos, sino de emprendedores”, añadió el funcionario.
Desde la Secretaría de Cultura local incluso se modificó la ordenanza para ampliar el registro de feriantes y permitir la participación de quienes venden productos manufacturados o de reventa. Y lógicamente lo que ocurre en Moldes se repite en Cerrillos, Rosario de Lerma y Campo Quijano por ejemplo, donde las ferias dominicales hoy parecen más mercados de pulgas o bazares al aire libre que espacios de identidad y cultura local.
La tradición del artesano,ese oficio transmitido de generación en generación, parece quedar relegada ante el avance de lo inmediato y lo rentable; y nadie cuestiona la utilidad y el movimiento económico que produce esta nueva dinámica. Sin embargo, si lo pensamos en profundidad, se está apagando una parte del alma cultural del Valle de Lerma.
Valle de Lerma Hoy
