Mientras transcurre el mes de mayo, los alumnos de la escuela Abraham Cornejo deben cursar sus clases entre ruidos de obreros, paredes resquebrajadas y baños químicos improvisados. La histórica institución, con más de 100 años de trayectoria, está atravesando una importante refacción de techos, tejuelas, revoques y tirantes, pero el problema no es la obra en sí, sino el momento elegido para realizarla: a mitad del ciclo lectivo.
La directora del establecimiento, Gabriela Quispe, explicó que los trabajos abarcan cuatro aulas completas, lo que obligó a reubicar a los estudiantes en otros sectores del edificio. Además, ante la imposibilidad de usar los baños originales, los chicos y chicas deben utilizar baños químicos instalados en el patio, una situación cuando menos incómoda. “Tenemos una matrícula de más de 520 estudiantes. La empresa a cargo los limpia una vez a la semana”, expresó la directora.
Lo positivo de la obra y las mejoras que llevará no está en duda, pero tampoco está en duda la poca previsibilidad, los inconvenientes y peligros, que no son pocos, de tener a 520 chicos dentro de una escuela que está en obras y viviendo en un entorno escolar inadecuado e incómodo.
Valle de Lerma Hoy