La Silleta: “Ese hombre se quedó 5 años sin manejar y a mí me dejó sin mi hijo. Esa es la justicia que tenemos”

Maria Aparicio, madre de Agustín Viveros, el joven de 19 años que en 2017 murió, tras ser colisionado por un conductor, que circulaba a 95km/h, en la entrada de la Silleta; contó a Norte Visión Noticias lo defraudada que se sintió con la justicia salteña. En un juicio abreviado contra Martín Gustavo Orihuel, por el delito de homicidio culposo, este fue condenado a una pena de tres años de prisión de ejecución condicional, el cumplimiento de reglas de conducta por el mismo término y cinco años de inhabilitación para conducir.

“Yo después de casi 5 años lo conozco al señor, él nunca se acercó a pedirnos perdón. Lamentablemente no entiendo este veredicto de nuestra justicia, no es justo que un ser humano tenga que pasar por esto, a nosotros nos quitaron un hijo maravilloso, excelente, no creo todavía que la justicia actúe de esta forma” comentó la madre Agustín. Aunque tanto ella como el resto de la familia saben que esta es la pena más alta para la carátula que se le dió; el dolor y la desazón, aún 5 años después es enorme. 

“Ayer en el juicio, el abogado me dijo que su defendido también está perjudicado porque ahora va a quedar 5 años sin manejar, y que ese era su medio de trabajo; pero después de 5 años él va a seguir haciendo su vida normal y yo estoy sin mi hijo”.

María Aparicio

Orihuel fue condenado por el delito de homicidio culposo agravado por la conducción imprudente y negligente de un vehículo automotor, calificado por la conducción en exceso de velocidad. El  informe técnico accidentológico da cuenta que el acusado conducía a 94.6 km/h y que de haber conducido a la velocidad reglamentaria de 60 km/h, el siniestro vial se podría haber evitado, es decir que desde el lugar donde el imputado detectó la presencia del motociclista, al aplicar los frenos, se habría detenido 8 metros antes del punto de impacto entre ambos vehículos.

Sin embargo, el impacto resultó ser tal que los médicos plantearon a la familia que el chico podría perder una pierna; y aunque lograron salvarle la extremidad, el golpe en su cabeza fue tan fuerte, aún con el casco puesto, que Agustín de 19 años perdió la vida tres días después. 

El único consuelo que le queda a la familia es que sus órganos fueron donados, y “hoy están dando vida a una persona que merecía vivir, como también merecía vivir mi  hijo” finalizó María Aparicio. 

Valle de Lerma Hoy

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