Ni la ley, ni las condenas, ni las marchas parecen detener una estadística terrible. De acuerdo con las estadísticas, entre 2008 y 2014, las víctimas de femicidio en el país fueron 1.808. Y este hecho queda aún más evidenciado, cuando se produjeron diez femicidios en los últimos diez días.
En ese tiempo, Córdoba se convirtió en el epicentro de la violencia contra la mujer. Cuatro mujeres fueron asesinadas por sus parejas o sus ex. El viernes por la noche, después de que apareciera el cadáver de Carina Drigiani Bulla, organizaciones sociales, partidos políticos y vecinos decidieron movilizarse por el centro de la capital bajo la consigna “Ni una menos”.
Drigiani Bulla, una fisioterapeuta de 44 años y tres hijos, había denunciado por violencia de género a su ex marido, Daniel Baretta. Le habían asignado un botón antipánico y custodia policial. Pero el martes desapareció y el jueves dos estudiantes encontraron su cuerpo. Baretta quedó detenido. Pero la policía investiga también a su nueva pareja, Hugo Salas.
Casi en la misma semana, se encontraron los cuerpos de Lis Funes y Johana Altamirano. También Celeste Montes, una agente de policía asesinada por su pareja y compañero en la fuerza. Después de matarla, él se suicidó con la misma pistola 9 mm. Pocos días antes, pero en La Matanza, otra policía, Natalia Liva, moría por el disparo de su pareja. Esta vez, el agresor también quiso matarse pero no lo logró.
A los casos de Córdoba se agregan los de Cecilia Olmos, en Caleta Olivia (Santa Cruz), Marianela Gracionis, en Salvador Mazza (Salta), y Antonia Rueda, en Entre Ríos.