
Al día siguiente, uno de los albañiles informó a la dueña que habían “entrado a robar” y que se habían llevado todas sus herramientas, pidiéndole colaboración económica para reponerlas. Sin embargo, algo olía raro. Cuando la policía llegó al lugar, la escena del presunto robo estaba alterada, y los investigadores comenzaron a sospechar de los albañiles. Horas más tarde, otro integrante del grupo se comunicó con la dueña para aclarar que “las herramientas estaban a salvo”, y que el hijo de uno de ellos, también albañil, las había retirado sin avisar.
El episodio terminó en un supuesto “malentendido”, pero desde la Fiscalía decidieron continuar la investigación, ya que las cámaras de seguridad mostraron cómo los mismos albañiles forzaban el ingreso y retiraban los materiales. Se habían hecho un autorobo.
Según fuentes judiciales, este tipo de maniobras se repite en distintas localidades, algunos trabajadores simulan robos de herramientas para luego exigir un resarcimiento a los contratistas, bajo amenaza de no continuar la obra o generar conflictos. Se trata de una estafa encubierta bajo el disfraz de robo. Es la viveza criolla llevada a otro nivel, donde la deslealtad reemplaza la confianza y el trabajo honesto. Parece que ya no alcanza con cuidarse de los ladrones tradicionales, ahora hay que cuidarse de quienes uno contrata para trabajar.
Valle de Lerma Hoy
