“El Negro” y la aparición de la mujer extraña en La Silleta: Susto, copas y un puñal perdido

Dicen que en el Valle de Lerma las leyendas no mueren, y que cuando las copas sobran y la noche aprieta, los sustos andan sueltos. Algo así le pasó este lunes a la madrugada a un conocido gaucho de La Silleta, al que lo llaman sus conocidos como “el Negro, cuando volvía montado rumbo a su casa después de una larga jornada de bailes en el Picadero Santiago Apóstoles de Campo Quijano, en el marco de la Fiesta Provincial de la Tradición.

“El Negro” venía contento, con la cabeza llena de zambas y el cuerpo medio doblado de cansancio (y otras yerbas), acompañado de dos amigos. Cuando llegaron a su pueblo, cada cual tomó su rumbo. “El Negro”, que vive por la zona norte, camino a Potrero, decidió seguir solo. Pero no iba a ser un regreso tranquilo.

Según contó él mismo al 911, en medio de la oscuridad lo sorprendió una figura extraña, de “contextura como de guitarra”, que lo llamaba dulcemente desde el borde del camino. “Parecía mujer, dijo el gaucho, pero había algo raro… me invitaba a que me acerque, y el caballo se me retobó”.

El animal, al parecer más prudente que su jinete, se negó a avanzar, relinchó y terminó desparramando al Negro en el suelo. Allí, entre el susto y el mareo, el hombre miró mejor y juró que la figura femenina era nada menos que la viuda negra o algo parecido, según su extraño relato.

“El Negro”, que al principio pensó en hacerle frente, quiso sacar su puñal, uno de buen acero y alto costo, según él, pero el arma había desaparecido. “Se me esfumó el facón, ni el diablo sabrá cómo”, dijo después, todavía con la voz temblando. Lo único que le quedó fue el celular, con el que atinó a llamar al 911 a eso de las dos y media de la mañana. Fueron uno segundos, y la extraña dama desapareció en medio de los árboles.

Ya más sobrio por el susto que por la razón, el gaucho montó de nuevo y se fue a todo galope hasta su casa. Al día siguiente, volvió con un amigo a buscar el puñal, pero del arma ni rastros. Lo cierto es que el gaucho perdió el facón, ganó una leyenda y, como dicen sus amigos, “se le pasaron las copas de golpe, pero el susto todavía no”.

Valle de Lerma Hoy

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