
El documental no solo retrata la transmisión de saberes de generación en generación, sino que también resalta momentos únicos de la vida rural, como un baile bajo la enramada donde la música y el movimiento se funden con la camaradería de los presentes. Con una fotografía en blanco y negro de altísimo contraste, evocadora del estilo de Pedro Raota y Ansel Adams, los cineastas convierten cerros, nubes y rostros en imágenes que parecen cuadros, ideales para la pantalla grande.
Aunque el registro visual es cautivador, el enfoque estilizado puede sentirse menos natural que otros documentales similares. Aun así, su propuesta ha conquistado audiencias internacionales en festivales como Sundance y Locarno, y promete un impacto similar entre el público local. Más allá de las interpretaciones, Gaucho gaucho se perfila como una experiencia que celebra las tradiciones y el espíritu del pueblo gaucho, invitándonos a reflexionar sobre la belleza de lo cotidiano.
Valle de Lerma Hoy
