
El valor total de lo robado supera los seis millones de pesos, sin contar el perjuicio económico que significa quedarse sin herramientas de trabajo. Sergio radicó la denuncia correspondiente en la Comisaría de Chicoana tras descubrir el robo, aunque, como viene ocurriendo en numerosos casos similares, no hay rastros de los responsables. Por la cantidad de elementos sustraídos, se presume que los delincuentes actuaron en grupo y con total impunidad.
Sergio, como tantos otros en la zona, trabaja a diario con la bronca de ser el próximo blanco de los delincuentes y esta vez le tocó. La única esperanza es poder rastrear a los delincuentes cuando intenten vender lo robado. La situación se repite con una frecuencia alarmante en las zonas rurales de Chicoana y sus alrededores. Los finqueros y trabajadores del campo son el objetivo predilecto de los delincuentes. Hoy robaron herramientas y monturas, ayer fue ganado o gallinas, y mañana, temen los vecinos, será cualquier cosa que puedan cargar y revender.
Y lógicamente los productores sienten que la inseguridad rural se multiplica sin respuestas efectivas, y que la distancia entre los campos y el accionar policial deja un vacío que los delincuentes aprovechan sin obstáculos. La finca de Sergio García es solo un caso más dentro de una cadena de robos que golpea la economía y la tranquilidad de quienes viven y trabajan en el corazón productivo del Valle de Lerma.
Valle de Lerma Hoy
