
“Mi hija respira por un tubo y Osprera me la está dejando sin aire”, resume la mujer, que lleva más de una década luchando por la vida de su hija, quien padece un síndrome genético, cardiopatía, EPOC y discapacidad profunda. El pedido médico, firmado el 29 de septiembre por el Dr. Milton Godoy del Hospital Materno Infantil de Salta, advierte que el aparato es “urgente y vital para la respiración de la paciente”. Sin embargo, a casi un mes de la solicitud, la familia sigue sin respuesta.
“Ella no puede esperar. Tiene la sangre contaminada porque no logra eliminar el monóxido de carbono. Cada día sin el equipo es un día menos de vida”, lamenta Lorena, quien ya no sabe a quién recurrir. La madre acusa que en los últimos años la obra social ha recortado medicamentos y prestaciones, poniendo en riesgo la salud de su hija. “Primero me quitaron la internación domiciliaria, luego comenzaron a faltar los remedios. Son los mismos tratamientos de hace 14 años, pero cada mes tengo que volver a justificar todo. Mi hija no se cura de un día para otro”, dice con impotencia.
La familia vive con el esfuerzo del padre, Ángel Chocobar, peón rural y albañil, que hace lo que puede para sostener el hogar de ocho hijos. “No pedimos lujos”, explica Lorena. “Solo queremos que nos den lo que le corresponde. Que no la dejen morir en casa. Los hijos de los trabajadores rurales también tienen derecho a vivir con dignidad”. Lorena pide que las autoridades de Salud de la Provincia y los legisladores intervengan para agilizar los trámites. “Lo primero que hago cada mañana es ver si Solange respira”, confiesa entre lágrimas.
Valle de Lerma Hoy