

El médico del PAMI había solicitado su internación, pero a pesar de ello, la abuela fue derivada a su domicilio a altas horas de la noche desde el hospital. ¿Se la atendió? Sí, le pusieron un suero. ¿Vieron por su salud? No, un poco de hidratación no remedia el mal de Luisa. Su estado de salud es delicado debido a una desnutrición crónica, una afección que llegó con su edad.
Ayer para Luisa, como para tantos otros abuelos, no hubo atención digna. PAMI sabiendo de su cuerpo cansado, de sus huesos frágiles y de su mente ya dispersa por la edad decidió deshacerse de ella y dejarla a cargo de la salud pública; y cómo venimos siendo testigos desde hace algún tiempo, la salud pública no le pudo ofrecer un tratamiento de calidad, acorde a su padecimiento.
Además de la familia, que debe estar perdida en medio de la burocracia que exige PAMI, a nadie más le interesa Luisa, ni tantas otras y otros abuelos, que si no tienen la “suerte” de que su familia costee sus gastos médicos, debe padecer y perecer en pasillos de hospital o en sus casas sin atención digna.
Valle de Lerma Hoy
