Opinar sin saber: El riesgo de las redes y el caso de las banderas de El Carril y La Merced

En los últimos días, La Merced fue escenario de un fenómeno tan repetido como preocupante, la irrupción de la opinología de redes sociales, esa práctica liviana y muchas veces malintencionada que cuestiona, sentencia y condena sin información ni contexto. El blanco de esos ataques fue la nueva bandera oficial de la localidad y, de manera injusta y personal, el trabajo de Vivián Zenteno, una joven de apenas 19 años cuyo diseño resultó elegido mediante concurso público.

Desde perfiles anónimos o tribunas digitales improvisadas, se instaló la idea de que la bandera de La Merced sería “una copia” de la de El Carril, argumentando similitudes cromáticas como si los colores tuvieran dueño o patente municipal. El razonamiento, además de endeble, ignora principios básicos del derecho, la historia y la simbología, no existe en la Constitución Argentina ni en ninguna otra del mundo una norma que prohíba que dos banderas compartan colores o elementos gráficos.

Llevada al extremo, esa lógica obligaría a ciudades, provincias e incluso países a iniciar disputas absurdas. ¿Deberían Indonesia y Mónaco debatir cuál copió a cuál, cuando ambas banderas son prácticamente idénticas desde hace décadas? ¿Debería Buenos Aires reclamarle a El Carril el uso del celeste, el verde y el sol, cuando su bandera fue oficializada en 1995, mucho antes que la carrileña? La respuesta es obvia: no.

La bandera de La Merced no nació del capricho ni de la improvisación. Fue creada mediante un concurso abierto, con 50 diseños en competencia y evaluada por un jurado calificado, integrado por profesionales de reconocida trayectoria académica y artística: docentes de la Universidad Nacional de Salta, de la Universidad Católica de Salta, de la Escuela de Bellas Artes “Tomás Cabrera” y hasta  Sergio Rodriguez, ex secretario de Cultura de El Carril integró el jurado.

Sin embargo, lejos de debatir ideas, en redes sociales se optó por atacar a la persona. Vivian, una joven estudiante, terminó siendo el blanco de descalificaciones que nada tienen que ver con el arte, la identidad ni la historia, y sí mucho con la falta de información y la mala leche. Cuestionar su trabajo es desconocer el proceso institucional y, peor aún, ejercer una violencia simbólica innecesaria.

La bandera de La Merced tiene fundamentos claros: el celeste como homenaje a la bandera argentina; el blanco como referencia a la tradición calera que marcó el origen y el crecimiento del pueblo; el verde como símbolo de la fertilidad de sus tierras; el sol central como expresión del carácter alegre, amable y cálido de su gente; y la flor como emblema de la capital provincial de las flores. Que esos colores dialoguen con otras banderas no implica plagio, sino pertenencia a una identidad regional y nacional compartida.

En tiempos donde cualquiera opina y pocos se informan, vale una reflexión necesaria, no todo debate es sano, ni toda crítica es válida. Defender el trabajo de una joven diseñadora no es politizar ni mediatizar, es poner un límite a la desinformación y recordar que la identidad se construye con conocimiento, respeto y responsabilidad. Lo demás es ruido. Y del ruido, ningún pueblo construye símbolos que lo representen.

Valle de Lerma Hoy

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