Las montañas del Chañi y El Akay ya tienen dueños: Los Sherpas del Toro

En lo más alto de la Quebrada del Toro, cuatro hombres volvieron a demostrar que el montañismo también es una herencia cultural. Wenceslao Sulca, junto a Abel Salazar, Hermes Gutiérrez y Eduardo Tolaba, alcanzaron las cumbres del Chañi y El Akay con equipo mínimo, como lo hicieron siempre los lugareños de la zona, a paso firme, sin tecnología y con una fortaleza que viene de generaciones.

Sulca nació en Las Capillas, a ocho horas a caballo de Santa Rosa de Tastil. Toda su vida caminó por encima de los 5.000 metros, pero nunca buscó cumbres hasta que la tragedia lo marcó, su hijo desapareció en septiembre de 2021 y jamás volvió. Desde entonces, cada ascenso es también una búsqueda. “En la montaña lo sigo buscando. Cada subida es hablar con él”, confiesa.

Los cuatro montañistas trabajan en tareas rurales y de construcción. “Somos albañiles”, dicen. Suben como lo hicieron sus abuelos, con ropa sencilla, algo de pan, agua y voluntad. “Somos lugareños y queremos aprender más de montañismo para que esta costumbre no se pierda. Un día no vamos a poder subir y los chicos tienen que saber cómo llegar y respetar la cima”, afirma Sulca.

Este fin de semana llegaron al Chañi, a 5.896 msnm. Hermes es nacido en Potrero de Chañi; Eduardo, como Wenceslao, en Las Capillas; Salazar, en Finca El Toro. Por eso muchos ya los llaman los “sherpas del Toro”, capaces de lograr ascensos que para otros requieren guías, porteos o equipos costosos.

A diferencia de muchos montañistas que dejan basura, ellos la bajan. Honran la montaña con hechos. Para Sulca, subir ahora tiene un significado especial: “Estoy haciendo lo que de chico no podía”, dice mientras mira hacia las cumbres del Akay, Tuzgle, Paño y Nevado de Castilla, que antes solo veía desde lejos.

Su hazaña no es deportiva, es espiritual, cultural y humana. Es el testimonio de hombres que encuentran en la altura su historia, sus pérdidas y su destino. En cada ascenso, Wenceslao se enfrenta a la montaña que le arrebató a su hijo, pero también a la esperanza de seguir encontrándolo.

Valle de Lerma Hoy

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