
La institución, que además cuenta con nueve pozos sanitarios que impiden cualquier obra alternativa, se encuentra literalmente atada de manos ante una infraestructura colapsada. Mientras tanto, el Ministerio de Educación provincial y las autoridades siguen sin dar respuestas rápidas, pese a que la comunidad educativa viene advirtiendo hace años el riesgo estructural.
Las grietas, originadas por problemas de humedad en el terreno, fueron señaladas oportunamente a la supervisión escolar. Sin embargo, la burocracia demoró decisiones que hoy dejan a decenas de niños sin aulas aptas para aprender.
La directora confirmó que recién ahora se planifica la demolición y posterior construcción de los nuevos espacios, pero nadie explica cómo se pretende sostener durante tanto tiempo un servicio educativo en condiciones de emergencia. Padres, docentes y alumnos esperan soluciones urgentes, no promesas.Un año y medio sin aulas no es un plazo razonable.
Valle de Lerma Hoy
