En el corazón de la Quebrada de Escoipe, donde los cerros abrazan los sueños de 380 familias, se teje una historia de esfuerzo y superación. Aquí, en este rincón bendito que se extiende desde Chicoana hasta la Cuesta del Obispo, los cultivos florecen. Poroto pallar, maíz capia, papa criolla y cayote son las estrellas de este escenario agrícola.
Pero detrás de cada surco, cada semilla plantada, hay algo más grande: 18 años de trabajo incansable. Los agricultores del Paraje La Zanja y El Rodeo labraron cada rincón de su tierra, con la ayuda del INTA Salta, los campos se transformaron. Maquinarias, herramientas e implementos agrícolas se fueron consiguiendo con los años. Un tractor, un cincel, una rastra y un grupo electrógeno trifásico también.
Adiós al arriendo de maquinarias, dicen. Ahora las familias y los productores pueden acceder a sus propias máquinas. Los trabajos manuales quedan atrás, y en su lugar, la autogestión florece. Patricia Raquel Yonar, presidenta de la Asociación Civil de Pequeños Productores de La Zanja y El Rodeo, lo resume con pasión: “Comenzamos con 34 familias en 2012, buscando el bienestar de nuestra comunidad y mejorando la calidad de vida”.
Los abuelos soñaban con agua en red, y junto al INTA, ese anhelo se hizo realidad. Y este año, un logro más: el grupo electrógeno trifásico. Ahora no solo venden porotos, sino también podrán vender harina de poroto. ¿Y qué más pueden hacer? “Podríamos sembrar maíz morado, como en épocas de mis abuelos. Pero con el molino para hacer harina, incluso podríamos producir api” señaló Patricia. Así, entre los cerros y los cultivos, los agricultores escriben su historia, y la tierra les responde con frutos.
Valle de Lerma Hoy